jueves, 27 de septiembre de 2012

Sevilla tiene un color especial (III)

Al salir del restaurante pensamos que sería una buena idea el hacer un crucerito por el Guadalquivir, por lo que nos dirigimos al embarcadero que está junto a la Torre del Oro. Nuestra sorpresa fue saber que los cruceros costaban 15 euros por un paseo de una hora aproximadamente. Como nos pareció un poco caro, decidimos pasar y seguir con las visitas programadas.

Volvimos hacia la catedral para desde allí ir hacia la calle Sierpes, pasando antes por la plaza de San Francisco y la plaza Nueva, donde está el Ayuntamiento de Sevilla. Desde la catedral fuimos recorriendo la avenida de la Constitución, una vía peatonal por la que tan solo circulan tranvías. Nos recordó un poco a la Via Vittorio Emmanuelle de Milan.

El edificio del Ayuntamiento da a dos plazas. En la Nueva, además está la estatua de Fernando III, o también conocido como San Fernando, patrón de Sevilla, mientras que la fachada que da a la plaza de San Francisco es la más bonita. El Consistorio se construyó en el siglo XVI.


Justo en la plaza de San Francisco nace la famosa calle Sierpes, que llega hasta la plaza de la Campana. Por esta calle han de pasar todas las procesiones de Semana Santa. Es una calle peatonal y llena de comercios. Es quizá la más representativa de la ciudad. Como curiosidad, en esta vía se encontraba la cárcel en la que
estuvo preso Miguel de Cervantes, donde se supone que concibió su obra más conocida: El Quijote.
 
  
  
 

De allí avanzamos hacia la plaza del Salvador, una zona donde se reúnen muchos jóvenes. En esta misma plaza está la Iglesia del Salvador, una muestra del barroco sevillano. Para poder visitarla es necesario pagar entrada. El precio son 3 euros, pero puedes sacar una especie de bono que sirve para visitar además la catedral y la giralda y el total son 8 euros. La iglesia fue construida entre los siglos XVII y XVIII y se levantó sobre el solar de una antigua mezquita.
 
 

De ahí, la intención era ir a la Casa de Pilatos, pero Gustavo recordó que la Duquesa de Alba vive en el Palacio de Dueñas y quería ir a verlo. Como no quedaba demasiado lejos nos acercamos. Este palacio se puede visitar previa petición. En esta casa nación Antonio Machado, no porque la vivienda perteneciera a su familia, sino porque nación cuando su padre trabajaba en ella. ¡Cual fue nuestra sorpresa que curioseando desde la verja vimos pasar a lo lejos a la anciana duquesa. Pero no fue la única vez, porque unos minutos después hacía su aparición en su coche, montada en el asaiento del copiloto. Al pasar a nuestro lado y al nombrarla al grito de "Cayatena" nos sonrió y nos saludó con la mano. ¡Qué mujer más simpática!

Después del momento paparazzi nos fuimos a la Casa de Pilatos como estaba previsto. En realidad se trata del Palacio de Medinaceli y se le conoce por el otro nombre porque se supone que es una copia del palacio de Pilatos en Jerusalén. Se construyó en el siglo XVI. Y tiene una decoración mudéjar. Desgraciadamente no pudimos entrar porque llegamos justo a las 18.00, hora en que cerraban.

De alli nos dirigimos al barrio de Santa Cruz. Para nosotros fue la zona más bonita de Sevilla. Lo mejor de Santa Cruz es callejear y perderse por sus calles, vislumbrar los hermosos patios que muchas casas dejan ver a través de sus puertas abiertas. Este barrio fue la antigua judería de la ciudad. De las antiguas sinagogas tan sólo queda una, pero no conseguimos dar con ella. Según la guía que llevábamos se encuentra en la calle de Lope de Rueda. Las demás se han reconvertido en iglesias. En nuestro deambular por Santa Cruz, pasamos por la plaza de Santa Cruz, que está presidida por una gran cruz de cerrajería del siglo XVII.
Andando, andando, pasamos por el Callejón del Agua, que va paralelo a las murallas del Alcázar. En este callejón, es donde encontramos algún que otro patio abierto a miradas curiosas.


También entramos en el Hospital de los Venerables, actual sede de la Fundación Focus. Los domingos por la tarde, de 16.00 a 20.00 horas, entrar es gratis. Era un antiguo hospital que se construyó a finales del siglo XVII para recoger a venerables sacerdotes. En la actualidad, acoge exposiciones culturales. Se trata de un edificio que merece la pena visitar por su patio interior y su iglesia, que ya no se usa como tal, sino como sala de conciertos de órgano.

Cuando salimos del Hospital ya había anochecido y poco más se podía ya visitar. Seguimos callejeando por Santa Cruz disfrutando del sabor que deja el barrio. Vimos alguna iglesia en nuestro deambular, pero no entramos en ninguna porque estaban cerradas. Aquí en este barrio se encuentran iglesias como la de Santa Cruz, del siglo XVII-XVIII, o la de Santa María la Blanca, que fue primero una sinagoga en el siglo XIII.
Para nuestra última noche en la capital hispalense, decidimos darnos un homenaje de tapas en este barrio que tiene fama precisamente de ser una zona de tapeo. Buscando por el barrio dimos con un bar que nos llamó la atención por la cantidad de paarroquianos que se concentraba tanto dentro del local, como fuera, donde la gente comía, bebía y charlaba de pie ante mesas altas.

Era un bar de aspecto muy cutre, pero el que estuviera tan lleno no siendo aún ni las 21.00 horas, hizo que nos decantáramos por él para cenar. Está muy próximo a la giralda, en una calle que corta a Mateos Gago. Se llamaba Bar Las Columnas. Y es que tiene unas columnas a su entrada. Cenamos barato, unos 21 euros y nos pusimos las botas con muchas tapitas. ¡¡¡Qué rico!!!
Después regresamos dando un tranquilo paseo hasta el hotel.

(Continuará...)

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