Sevilla tiene un color especial (IV)
Desayunamos al lado del hotel en una cafetería que está en la calle de los Reyes Católicos: El Cairo. Fue un buen desayuno para cargar las pilas y comenzar a patear la ciudad para ver lo que nos faltaba por ver: el barrio de Triana, la Catedral y la Giralda, las zonas donde estuvieron las exposiciones del 29 y del 92.
Como la Catedral no la abrían hasta las 11.00 horas y eran poco más de las 9.00 horas, pusimos rumbo al barrio de Triana, que está al otro lado del Guadalquivir. Durante mucho tiempo fue una zona independiente de Sevilla y como muestra su antiguo Ayuntamiento, un edificio que ahora alberga la Tenencia de Alcaldía. La calle principal de este barrio es la famosa calle Betis, de la que ya os hablé en anteriores posts.
Llegamos al barrio cruzando el puente de Isabel II, más conocido como puente de Triana. Justo en el puente hay una capillita pequeña, la Capilla del Carmen. Al final del puente, cogimos a la derecha la calle de Castilla para ver algunas de las iglesias principales de la zona. La primera que nos encontramos fue la Iglesia de Nuestra Señora de la O, que justo la abrieron en ese momento. Es una iglesia dividida en tres naves con columnas de mármol rojo. Es de estilo barroco.
De ahí seguimos avanzando por la misma calle hasta casi llegar al final donde se encuentra la Capilla del Patrocinio. Aquí se encuentra una de las imágenes más veneradas de la Semana Santa sevillana: el Cristo de la Expiración o también llamado del Cachorro. Recibe este nombre porque quien lo talló se inspiró en el gesto de dolor de un gitano llamado Cachorro al que acababan de acuchillar. También recibe el nombre de Cachorro uno de los muchos puentes que cruzan el Guadalquivir.
Al salir de la capilla volvimos por la calle de Castilla hasta el puente de Triana y cogimos la calle San Jacinto. Esta vía es peatonal y conserva parte del sabor del barrio. Aquí se encuentra el antiguo ayuntamiento del que ya os he hablado. Casi al final de la calle está la iglesia que da nombre a la calle, una edifcio del siglo XVIII, pero no pudimos entrar porque estaba cerrada.
Nuestro siguiente punto de interés era ver la Virgen de la Esperanza de Triana, otra de las imágenes más queridas de la Semana Santa. Actualmente está ubicada en la Iglesia de Santa Ana, pero no es su sitio habitual, ya que suele estar en la Capilla de los Marineros, que se encuentra en obras. Esta capilla es sede de la Hermandad de Nuestro Padre de las Tres Caidas y Nuestra Señora de la Esperanza.
La iglesia de Santa Ana merece también una visita no sólo porque ahora albergue a la Esperanza de Triana, sino también porque es muy bonita. Se trata de una iglesia que se empezó a construir en el siglo XIII tras una promesa de Alfonso X al sanar de una enfermedad de los ojos. A lo largo de su historia ha sufrido varias remodelaciones y restauraciones. Dejamos atrás el barrio de Triana, cruzando el puente de San Telmo.
Al igual que decía que Santa Cruz es para perderse por sus calles, también lo recomiendo por las calles de Triana, aunque bien es cierto que no es una zona tan coqueta como la otra. Al final del barrio de Triana, pasando el Puente de San Telmo, se encuentra el Barrio de los Remedios, lugar donde se ubica el recinto de la feria de abril.
Al pasar al otro lado del Guadalquivir nos dirigimos a la Catedral. Antes de entrar, pasamos por el Archivo General de Indias, que sólo se puede visitar de lunes a viernes, de 10.00 a 13.00 horas y cuya entrada es gratis. Cuando se construyó a finales del siglo XVI se usó como Casa de Lonja. Luego fue abandonada y posteriormente utilizada como vivienda de varias familias. Finalmente en el siglo XVIII se destinó para que albergara todos los deocumentos relacionados con el nuevo mundo. Además suele acoger diversas exposiciones relacionadas con los descubimientos. Hasta mayo de 2010, está una exposició sobre 'La piratería en la América española'.
De ahí si que ya fuimos a la Catedral. Enseñamos nuestra entrada del día anterior -la que compramos en la iglesia de San Salvador- y nos adentramos en la que se supone que es la tercera catedral más grande del mundo, tan sólo por detrás de San Pedro en el Vaticano y el Duomo de Milán. Su horario de visita es de 11.00-17.00 horas de lunes a sábado.
Al entrar te facilitan un folletito para que puedas realizar la visita. Hay dos opciones: la visita completa que dura una hora y media y mediante la cual se recorren una a una las capillas y diferentes espacios que comcpone la Catedral. Y la otra posibilidad es la visita rápida que dura 45 minutos y se centra en las capillas y zonas importantes. Nosotros realizamos esta segunda opción.
Así, se ve el mauseoleo de Colón -que está en el centro del crucero-, el coro, el Altar Mayor -con una bonitas verjas platerescas-, la Capilla de los Cálices -con obras de Goya o Zurbarán-, la Sacristía Mayor -más que una sacristía, sería como una especie de museo con cuadros de Murillo o Zurbarán-, la Sala Capitular -que es ovalada-, el Tesoro, la Giralda, el Patio de los Naranjos y el lagarto. En la entrada, también está incluida la subida a la Giralda.
La Giralda se edificó en el siglo XII para que sirviera de alminar de la gran Mezquita que estuvo ahí. El campanario se añadio en el siglo XIV.Se sube andando por rampas anchas y poco inclinadas, porque no hay escaleras. La subida no se hace dura y además merece mucho la pena por las vistas que hay desde arriba.
Al bajar, terminamos la visita yendo al Patio de los Naranjos. Justo al entrar te saluda un cocodrilo desde las alturas. Y es que junto a la Puerta del Lagarto, hay una reproducción de madera de un cocodrilo colgando del techo. Cuenta la leyenda que un príncipe de Egipto regaló a Alfonso X un cocodrilo para conseguir la mano de una de las hijas de Alfonso X. Cuando el original se estropeó se cambió por uno de madera.
El Patio de los Naranjos es lo que queda de la mezqutia original del siglo XII sobre la que se asienta la Catedral. Es un patio que como su propio nombre indica , tiene numerosos naranjos que rodean una pila de origen visigótico en la que fue al parecer bautizado Recaredo. En este patio está una de las puertas más bellas de acceso a la catedral: la Puerta del Perdón, puerta principal de la desaparecida mezquita y que da a la calle de los Alemanes, una calle, en donde se ha comercializado de todo. Esta puerta es una de las más bonita que tiene la Catedral -que por cierto, tiene varias entradas-.Debido a la actividad comercial que se desarrollaba en esta vía junto a la catedral, se instaló una colonia de comerciantes alemanes, que terminaron dando nombre a la calle.
Justo al salir por la Puerta del Perdón, una horda de gitanas ofreciéndonos una ramita de romero nos abordaron. Como pudimos escapamos de ellas y no adentramos por la calle que está en frente para buscar donde comer. Nuestros estómagos empezaban a rugir de hambre y es que eran ya casi las 14.00 horas. Para despedirnos de Sevilla, comimos de tapas en un restaurante que está en la calle que sale de la Puerta del Perdón, cuyo nombre no recuerdo. No estaba mal, pero nada del otro mundo.
Al salir fuimos a por el coche, cargamos la maleta y fuimos a ver lo que nos quedaba por ver: las zonas que albergaron las dos exposiciones que ha habido en Sevilla. Primero nos dirigimos en coche a la exposición de 1929. En la Avenida de la Palmera, se levantan varios pabellones de aquella época y que fuimos viendo montados en el coche. Posiblemente el que iba detrás de nosotros se acordaría de toda nuestra familia porque íbamos despacito para poder verlos y de paso, grabarlos en vídeo ;-)
De allí, nos fuimos a donde se instaló la Expo del 92: la Isla de la Cartuja. Llegamos allí atravesando el Puente de la Barqueta, uno de los que se construyeron en aquella época. Esta zona lleva ese nombre porque aquí se yergue la Cartuja de Nuestra Señora de la Cueva, un monasterio del siglo XV. Tras la desamortización de Mendizábal de 1835 se reconvirtió en fábrica de cerámica y lo fue hasta 1982.
Poco queda de la Expo del 92: algunos pabellones se reconvirtieron en Isla Mágica, otros albergan oficinas y muchos otros han sido desmantelados o han quedado abandonados.