jueves, 27 de septiembre de 2012

Sevilla tiene un color especial (IV)

El día amaneció gris y amenazaba lluvia, pero afortunadamente se quedó en eso, en una amenaza. Y mira que es raro, porque en la mayoría de nuestros viajes este elemento ha hecho acto de presencia. Nos llovió en Estambul, en París, en Roma, en Milán, en Asturias y Cantabria, en el País Vasco...

Desayunamos al lado del hotel en una cafetería que está en la calle de los Reyes Católicos: El Cairo. Fue un buen desayuno para cargar las pilas y comenzar a patear la ciudad para ver lo que nos faltaba por ver: el barrio de Triana, la Catedral y la Giralda, las zonas donde estuvieron las exposiciones del 29 y del 92.

Como la Catedral no la abrían hasta las 11.00 horas y eran poco más de las 9.00 horas, pusimos rumbo al barrio de Triana, que está al otro lado del Guadalquivir. Durante mucho tiempo fue una zona independiente de Sevilla y como muestra su antiguo Ayuntamiento, un edificio que ahora alberga la Tenencia de Alcaldía. La calle principal de este barrio es la famosa calle Betis, de la que ya os hablé en anteriores posts.
 Llegamos al barrio cruzando el puente de Isabel II, más conocido como puente de Triana. Justo en el puente hay una capillita pequeña, la Capilla del Carmen. Al final del puente, cogimos a la derecha la calle de Castilla para ver algunas de las iglesias principales de la zona. La primera que nos encontramos fue la Iglesia de Nuestra Señora de la O, que justo la abrieron en ese momento. Es una iglesia dividida en tres naves con columnas de mármol rojo. Es de estilo barroco.

De ahí seguimos avanzando por la misma calle hasta casi llegar al final donde se encuentra la Capilla del Patrocinio. Aquí se encuentra una de las imágenes más veneradas de la Semana Santa sevillana: el Cristo de la Expiración o también llamado del Cachorro. Recibe este nombre porque quien lo talló se inspiró en el gesto de dolor de un gitano llamado Cachorro al que acababan de acuchillar. También recibe el nombre de Cachorro uno de los muchos puentes que cruzan el Guadalquivir.

Al salir de la capilla volvimos por la calle de Castilla hasta el puente de Triana y cogimos la calle San Jacinto. Esta vía es peatonal y conserva parte del sabor del barrio. Aquí se encuentra el antiguo ayuntamiento del que ya os he hablado. Casi al final de la calle está la iglesia que da nombre a la calle, una edifcio del siglo XVIII, pero no pudimos entrar porque estaba cerrada.

Nuestro siguiente punto de interés era ver la Virgen de la Esperanza de Triana, otra de las imágenes más queridas de la Semana Santa. Actualmente está ubicada en la Iglesia de Santa Ana, pero no es su sitio habitual, ya que suele estar en la Capilla de los Marineros, que se encuentra en obras. Esta capilla es sede de la Hermandad de Nuestro Padre de las Tres Caidas y Nuestra Señora de la Esperanza.
La iglesia de Santa Ana merece también una visita no sólo porque ahora albergue a la Esperanza de Triana, sino también porque es muy bonita. Se trata de una iglesia que se empezó a construir en el siglo XIII tras una promesa de Alfonso X al sanar de una enfermedad de los ojos. A lo largo de su historia ha sufrido varias remodelaciones y restauraciones. Dejamos atrás el barrio de Triana, cruzando el puente de San Telmo.
Al igual que decía que Santa Cruz es para perderse por sus calles, también lo recomiendo por las calles de Triana, aunque bien es cierto que no es una zona tan coqueta como la otra. Al final del barrio de Triana, pasando el Puente de San Telmo, se encuentra el Barrio de los Remedios, lugar donde se ubica el recinto de la feria de abril.

Al pasar al otro lado del Guadalquivir nos dirigimos a la Catedral. Antes de entrar, pasamos por el Archivo General de Indias, que sólo se puede visitar de lunes a viernes, de 10.00 a 13.00 horas y cuya entrada es gratis. Cuando se construyó a finales del siglo XVI se usó como Casa de Lonja. Luego fue abandonada y posteriormente utilizada como vivienda de varias familias. Finalmente en el siglo XVIII se destinó para que albergara todos los deocumentos relacionados con el nuevo mundo. Además suele acoger diversas exposiciones relacionadas con los descubimientos. Hasta mayo de 2010, está una exposició sobre 'La piratería en la América española'.

De ahí si que ya fuimos a la Catedral. Enseñamos nuestra entrada del día anterior -la que compramos en la iglesia de San Salvador- y nos adentramos en la que se supone que es la tercera catedral más grande del mundo, tan sólo por detrás de San Pedro en el Vaticano y el Duomo de Milán. Su horario de visita es de 11.00-17.00 horas de lunes a sábado.

Al entrar te facilitan un folletito para que puedas realizar la visita. Hay dos opciones: la visita completa que dura una hora y media y mediante la cual se recorren una a una las capillas y diferentes espacios que comcpone la Catedral. Y la otra posibilidad es la visita rápida que dura 45 minutos y se centra en las capillas y zonas importantes. Nosotros realizamos esta segunda opción.

Así, se ve el mauseoleo de Colón -que está en el centro del crucero-, el coro, el Altar Mayor -con una bonitas verjas platerescas-, la Capilla de los Cálices -con obras de Goya o Zurbarán-, la Sacristía Mayor -más que una sacristía, sería como una especie de museo con cuadros de Murillo o Zurbarán-, la Sala Capitular -que es ovalada-, el Tesoro, la Giralda, el Patio de los Naranjos y el lagarto. En la entrada, también está incluida la subida a la Giralda.

La Giralda se edificó en el siglo XII para que sirviera de alminar de la gran Mezquita que estuvo ahí. El campanario se añadio en el siglo XIV.Se sube andando por rampas anchas y poco inclinadas, porque no hay escaleras. La subida no se hace dura y además merece mucho la pena por las vistas que hay desde arriba.
Al bajar, terminamos la visita yendo al Patio de los Naranjos. Justo al entrar te saluda un cocodrilo desde las alturas. Y es que junto a la Puerta del Lagarto, hay una reproducción de madera de un cocodrilo colgando del techo. Cuenta la leyenda que un príncipe de Egipto regaló a Alfonso X un cocodrilo para conseguir la mano de una de las hijas de Alfonso X. Cuando el original se estropeó se cambió por uno de madera.

El Patio de los Naranjos es lo que queda de la mezqutia original del siglo XII sobre la que se asienta la Catedral. Es un patio que como su propio nombre indica , tiene numerosos naranjos que rodean una pila de origen visigótico en la que fue al parecer bautizado Recaredo. En este patio está una de las puertas más bellas de acceso a la catedral: la Puerta del Perdón, puerta principal de la desaparecida mezquita y que da a la calle de los Alemanes, una calle, en donde se ha comercializado de todo. Esta puerta es una de las más bonita que tiene la Catedral -que por cierto, tiene varias entradas-.Debido a la actividad comercial que se desarrollaba en esta vía junto a la catedral, se instaló una colonia de comerciantes alemanes, que terminaron dando nombre a la calle.

Justo al salir por la Puerta del Perdón, una horda de gitanas ofreciéndonos una ramita de romero nos abordaron. Como pudimos escapamos de ellas y no adentramos por la calle que está en frente para buscar donde comer. Nuestros estómagos empezaban a rugir de hambre y es que eran ya casi las 14.00 horas. Para despedirnos de Sevilla, comimos de tapas en un restaurante que está en la calle que sale de la Puerta del Perdón, cuyo nombre no recuerdo. No estaba mal, pero nada del otro mundo.

Al salir fuimos a por el coche, cargamos la maleta y fuimos a ver lo que nos quedaba por ver: las zonas que albergaron las dos exposiciones que ha habido en Sevilla. Primero nos dirigimos en coche a la exposición de 1929. En la Avenida de la Palmera, se levantan varios pabellones de aquella época y que fuimos viendo montados en el coche. Posiblemente el que iba detrás de nosotros se acordaría de toda nuestra familia porque íbamos despacito para poder verlos y de paso, grabarlos en vídeo ;-)

De allí, nos fuimos a donde se instaló la Expo del 92: la Isla de la Cartuja. Llegamos allí atravesando el Puente de la Barqueta, uno de los que se construyeron en aquella época. Esta zona lleva ese nombre porque aquí se yergue la Cartuja de Nuestra Señora de la Cueva, un monasterio del siglo XV. Tras la desamortización de Mendizábal de 1835 se reconvirtió en fábrica de cerámica y lo fue hasta 1982.

Poco queda de la Expo del 92: algunos pabellones se reconvirtieron en Isla Mágica, otros albergan oficinas y muchos otros han sido desmantelados o han quedado abandonados.

Sevilla tiene un color especial (III)

Al salir del restaurante pensamos que sería una buena idea el hacer un crucerito por el Guadalquivir, por lo que nos dirigimos al embarcadero que está junto a la Torre del Oro. Nuestra sorpresa fue saber que los cruceros costaban 15 euros por un paseo de una hora aproximadamente. Como nos pareció un poco caro, decidimos pasar y seguir con las visitas programadas.

Volvimos hacia la catedral para desde allí ir hacia la calle Sierpes, pasando antes por la plaza de San Francisco y la plaza Nueva, donde está el Ayuntamiento de Sevilla. Desde la catedral fuimos recorriendo la avenida de la Constitución, una vía peatonal por la que tan solo circulan tranvías. Nos recordó un poco a la Via Vittorio Emmanuelle de Milan.

El edificio del Ayuntamiento da a dos plazas. En la Nueva, además está la estatua de Fernando III, o también conocido como San Fernando, patrón de Sevilla, mientras que la fachada que da a la plaza de San Francisco es la más bonita. El Consistorio se construyó en el siglo XVI.


Justo en la plaza de San Francisco nace la famosa calle Sierpes, que llega hasta la plaza de la Campana. Por esta calle han de pasar todas las procesiones de Semana Santa. Es una calle peatonal y llena de comercios. Es quizá la más representativa de la ciudad. Como curiosidad, en esta vía se encontraba la cárcel en la que
estuvo preso Miguel de Cervantes, donde se supone que concibió su obra más conocida: El Quijote.
 
  
  
 

De allí avanzamos hacia la plaza del Salvador, una zona donde se reúnen muchos jóvenes. En esta misma plaza está la Iglesia del Salvador, una muestra del barroco sevillano. Para poder visitarla es necesario pagar entrada. El precio son 3 euros, pero puedes sacar una especie de bono que sirve para visitar además la catedral y la giralda y el total son 8 euros. La iglesia fue construida entre los siglos XVII y XVIII y se levantó sobre el solar de una antigua mezquita.
 
 

De ahí, la intención era ir a la Casa de Pilatos, pero Gustavo recordó que la Duquesa de Alba vive en el Palacio de Dueñas y quería ir a verlo. Como no quedaba demasiado lejos nos acercamos. Este palacio se puede visitar previa petición. En esta casa nación Antonio Machado, no porque la vivienda perteneciera a su familia, sino porque nación cuando su padre trabajaba en ella. ¡Cual fue nuestra sorpresa que curioseando desde la verja vimos pasar a lo lejos a la anciana duquesa. Pero no fue la única vez, porque unos minutos después hacía su aparición en su coche, montada en el asaiento del copiloto. Al pasar a nuestro lado y al nombrarla al grito de "Cayatena" nos sonrió y nos saludó con la mano. ¡Qué mujer más simpática!

Después del momento paparazzi nos fuimos a la Casa de Pilatos como estaba previsto. En realidad se trata del Palacio de Medinaceli y se le conoce por el otro nombre porque se supone que es una copia del palacio de Pilatos en Jerusalén. Se construyó en el siglo XVI. Y tiene una decoración mudéjar. Desgraciadamente no pudimos entrar porque llegamos justo a las 18.00, hora en que cerraban.

De alli nos dirigimos al barrio de Santa Cruz. Para nosotros fue la zona más bonita de Sevilla. Lo mejor de Santa Cruz es callejear y perderse por sus calles, vislumbrar los hermosos patios que muchas casas dejan ver a través de sus puertas abiertas. Este barrio fue la antigua judería de la ciudad. De las antiguas sinagogas tan sólo queda una, pero no conseguimos dar con ella. Según la guía que llevábamos se encuentra en la calle de Lope de Rueda. Las demás se han reconvertido en iglesias. En nuestro deambular por Santa Cruz, pasamos por la plaza de Santa Cruz, que está presidida por una gran cruz de cerrajería del siglo XVII.
Andando, andando, pasamos por el Callejón del Agua, que va paralelo a las murallas del Alcázar. En este callejón, es donde encontramos algún que otro patio abierto a miradas curiosas.


También entramos en el Hospital de los Venerables, actual sede de la Fundación Focus. Los domingos por la tarde, de 16.00 a 20.00 horas, entrar es gratis. Era un antiguo hospital que se construyó a finales del siglo XVII para recoger a venerables sacerdotes. En la actualidad, acoge exposiciones culturales. Se trata de un edificio que merece la pena visitar por su patio interior y su iglesia, que ya no se usa como tal, sino como sala de conciertos de órgano.

Cuando salimos del Hospital ya había anochecido y poco más se podía ya visitar. Seguimos callejeando por Santa Cruz disfrutando del sabor que deja el barrio. Vimos alguna iglesia en nuestro deambular, pero no entramos en ninguna porque estaban cerradas. Aquí en este barrio se encuentran iglesias como la de Santa Cruz, del siglo XVII-XVIII, o la de Santa María la Blanca, que fue primero una sinagoga en el siglo XIII.
Para nuestra última noche en la capital hispalense, decidimos darnos un homenaje de tapas en este barrio que tiene fama precisamente de ser una zona de tapeo. Buscando por el barrio dimos con un bar que nos llamó la atención por la cantidad de paarroquianos que se concentraba tanto dentro del local, como fuera, donde la gente comía, bebía y charlaba de pie ante mesas altas.

Era un bar de aspecto muy cutre, pero el que estuviera tan lleno no siendo aún ni las 21.00 horas, hizo que nos decantáramos por él para cenar. Está muy próximo a la giralda, en una calle que corta a Mateos Gago. Se llamaba Bar Las Columnas. Y es que tiene unas columnas a su entrada. Cenamos barato, unos 21 euros y nos pusimos las botas con muchas tapitas. ¡¡¡Qué rico!!!
Después regresamos dando un tranquilo paseo hasta el hotel.

(Continuará...)

Sevilla tiene un color especial (II)

Domingo, 7 de febrero.
Al día siguiente nos levantamos pronto para que nos cundiera un poco el día. Nuestra primera visita fue al Hospital de la Caridad que abre a las 9.00 horas. Los domingos es gratuito para los españoles. Fue sede de la Cofradía de la Caridad y además, durante un tiempo se dedicó a recoger a pobres y enfermos. Tiene un bonito patio, típicamente andaluz, y una iglesia con obras del pintor Murillo y esculturas de Pedro Rollán.

De ahí nos fuimos a la Catedral por si estuviera abierta, aunque se suponía que como era domingo no abría hasta las 14.00 horas. El resto de los días abre a las 11.00 horas. Al llegar vimos que si que tenía sus puertas abiertas. ¡¡Qué bien!! Pero nuestra alegría duró poco, pues resultó que estaba abierta porque había misa, por lo que la visita estaba bastante limitada. No nos quedaría más remedio que volver más tarde. Al salir rodeamos  la catedral para poder verla desde todos los ángulos, y en esa vuelta, vimos un cartel en una de las puertas de entrada que avisaba que ese día no estaría abierta la Catedral ni la Giralda en todo el día porque había un acto.¡Qué suerte la nuestra!

Nuestra siguiente parada fueron los Reales Alcázares. La entrada cuesta 7,5 euros y hay visitas guiadas por el interior, pero no están incluidas en el precio de la entrada. Al llegar nos abordó un hombre, que resultó ser un guía para ofrecernos precisamente una de esas visitas guiadas en grupo. Tras pensarlo unos instantes, decidimos apuntarnos a la visita. El precio, 5 euros por persona.

Los Reales Alcázares reúne una serie de edificaciones que sus diferentes residentes habían ido realizando a lo largo de la historia. Gran parte de las construcciones son del siglo XIV, de estilo mudéjar y recuerda mucho a la Alhambra de Granada. En este sitio han vivido desde reyes árabes, los Reyes Católicos o incluso se han alojado los actuales Reyes de España cuando han estado en Sevilla, como en la boda de su hija la Infanta Elena. La visita guiada merece muchísimo la pena. Así que os la recomiendo si vais. Durante poco más de hora hora y media se recorren las diferentes construcciones. La visita guiada finaliza en los jardines que ya se ven por libre.
 
 

Al salir de los Reales Alcázares fuimos hasta el Hotel Alfonso XIII, un hotel de cinco estrellas que el rey Alfonso XIII mandó construir con motivo de la Exposición Iberoamericana de 1929. Como la curiosidad podía conmigo, entramos a preguntar cuánto costaba una habitación... Y la verdad es que para ser el hotel que es no nos pareció tampoco demasiado cara la tarifa. Suponemos que nos dieron precio de la habitación más normalita que tienen, pero la noche costaba 180 euros. Es un edificio muy bonito tanto por fuera, como por dentro.

Al salir del hotel eran casi las 13.30 horas. Como habíamos visto en el plano que nos dieron en el hotel que la Torre del Oro cerraba a las 14.00 y ya no abría hasta el martes, decidimos ir a verla. Cual fue nuestra sorpresa al llegar, que resultó que cerraban a las 13.30 horas, justo cuando llegábamos. Y aunque intentamos entrar, ya no nos dejaron. La Torre del Oro en la actualidad alberga el Museo de la Marina. No nos apetecía entrar por lo que hubiera dentro, sino por poder subir arriba y tener una panorámica desde ahí de toda la ciudad y del Guadalquivir, pero no pudo ser.

De camino a la Torre del Oro localizamos un bar que nos gustó y que tenía menú del día, pero aún nos parecía un poco pronto para comer, y decidimos hacer tiempo yendo a ver la Plaza de España. De camino vimos el Palacio de San Telmo, que se encuentra al lado del Hotel Alfonso XIII. En la actualidad es la sede de la Junta de Andalucía. Pero antes de eso, fue Colegio de Marina -ahí estudió Gustavo Adolfo Bécquer, que era sevillano-, y luego fue usado como residencia por María Luisa (hermana de la reina Isabel II) y su marido, los duques de Montpansier.

De allí seguimos avanzando hacia la Plaza de España, pero antes nos encontramos con la Universidad de Sevilla que se encuentra en lo que fue la Fábrica de Tabacos en el siglo XVIII.

Finalmente llegamos a la famosa Plaza de España. De mi anterior viaje hace años a Sevilla recordaba un poco este lugar. El edificio de la plaza fue el pabellón de España en la Exposición del 29. Por eso, tiene unos bancos que recuerdan cada una de las provincias de España. Se trata de uno de los lugares más bonitos a mi parecer de Sevilla.
La pena es que no pudimos disfrutar de todo el esplendor de este sitio porque estaba en obras de remodelación. De hecho, quisimos hacernos una foto en el banco de Canarias, pero justo esa zona estaba vallada.
 
La plaza tiene además un estanque y unos bonitos puentes. Justo al lado está el Parque de María Luisa, antiguo jardín del Palacio de San Telmo. Dado que estaba todo en obras y el hambre acuciaba a esas horas, decidimos dejar de ver el Parque. Desanduvimos los pasos que habíamos dado para volver al bar que estaba en la calle del Almirante Lobo. Creo recordar que se llamaba Iberia. No es que sea un gran restaurante, pero su menú del día no está nada mal. Tiene un precio de 10 euros y consiste en un primero, un segundo, postre, bebida y pan. Además, el servicio también es bueno y te atienden muy rápido.

(Continuará...)